BASQUETBOL NACIONAL E INTERNACIONAL

Nelson Quiroz-Rojas PERIODISTA: Canal Quintavision y Radio Valparaiso

sábado, enero 20, 2007

El baloncesto comunista

Pero claro, tanta salsa, tanto mojito y tanta playa, acaba cansando. Después de unos días de desconexión total, empecé a preguntarme cómo andaría el baloncesto de aquí. Y lo cierto es que el panorama no es muy alentador.

Actualmente, en lo que respecta a la elite, tan sólo cuatro equipos componen la llamada LSB (Liga Superior de Baloncesto), bautizada maliciosamente por los periodistas especializados como la LIB (Liga Inferior de Baloncesto), que se disputa bajo el infernal sistema de nueve vueltas (por tres encuentros, hacen un total de veintisiete), que dan paso a una finalísima, entre los dos mejores, a dilucidar al mejor de siete partidos. Así pues, quince jugadores por club, sesenta en total, son el escaso abanico del que dispone el seleccionador para confeccionar un equipo nacional que constituye el epicentro de todo el deporte cubano, organizado éste por el Estado a través de las siguientes fases:

- Hasta los 16 años (infantiles): Escuela de Iniciación al Deporte Escolar (EIDE).
- De 17 a 19 años (juveniles): Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA).
- Centros de Alto Rendimiento (CEAR).

Por cierto, para cambiar de escalafón es requisito ineludible completar los estudios de la etapa anterior, es decir, todos los deportistas cubanos que llegan a la cima lo hacen escolarizados. En el caso del baloncesto, y ya finalizado este proceso, los jugadores son cedidos a los equipos más cercanos a sus respectivos lugares de procedencia, donde pasan a realizar su labor de forma y manera 'amateur'. Porque ya lo ven, en Cuba absolutamente nadie cobra por meter canastas.

Bajo este peculiar sistema, los caribeños consiguieron conformar una excelente selección que tuvo su apogeo en el Centrobasket de 1999, en el que, como anfitriones, quedaron campeones tanto en la parcela masculina como femenina. La victoria en la emocionante final de hombres ante Puerto Rico (67-63), con aquella canasta decisiva de Roberto Carlos Herrera -hijo del que fuera mejor jugador cubano de todos los tiempos, Ruperto Herrera-, enloquecía a una nación volcada con sus héroes del balón naranja. 'La excelente condición física y nuestra defensa nos han dado el título. Vienen días felices para nuestro deporte' , manifestaba el entrenador, Miguelito Calderón.

Sin embargo, todo este sueño se haría añicos ese mismo verano. La expedición que viajaba a Puerto Rico para luchar por las dos plazas americanas para los Juegos Olímpicos de Sydney se veía considerablemente mermada por la deserción de cinco de sus integrantes: el anteriormente citado Roberto Carlos Herrera, Lázaro Borrell, Ángel Caballero, Héctor Pino, los cuatro jugadores titulares, y Armando Rodríguez, el preparador físico, se escapaban durante el día de descanso, incluso antes de jugar contra el 'Dream Team', y pedían asilo político en los Estados Unidos. 'Mi hijo y los otros implicados son unos traidores porque han faltado a la patria' , proclamaba don Ruperto, presidente de la Federación Cubana.

Con el paso del tiempo, la situación fue volviendo paulatinamente a su cauce, no sin algunas consecuencias -Calderón fue apartado del cargo de seleccionador (no así de técnico de los Capitalinos, puesto que aún conserva) por 'haber realizado un mal trabajo ideológico'- o determinadas explicaciones de los afectados, como las que Herrera ofrecía hace unos meses, precisamente en España (Puertas Uniarte de Toledo, Liga EBA): 'Los deportistas cubanos no tienen privilegios, ni situaciones excesivamente positivas. Esto da como resultado que algunos atletas decidan marcharse a otros lugares (...) No lo planificamos antes. No fue premeditado (...) Me hacía ilusión jugar contra el 'Dream Team' y ver de cerca a jugadores como Kevin Garnett, pero ellos no me iban a solucionar la vida. Si hubiésemos esperado un día, habría sido tarde porque los controles se estaban intensificando (...) La familia lo pasó mal. Mi padre se sintió un poco triste por la solución que yo tomé, pero comprende que ya era mayor de edad, un adulto, lo suficiente para arriesgarme. Pero claro que nos afectó a todos: aunque el vínculo de la familia se mantiene, seguimos en contacto y él desea lo mejor para mí, todavía no entiende mi decisión. Algún día lo hará' .

Nuestro paseo terminaría en la Sala Polifuncional Ramón Fonst de La Habana, donde pudimos presenciar el choque liguero entre Capitalinos (2-4) y Occidentales (0-6), con victoria para los primeros (73-63), si bien esto último era lo de menos. Lo interesante era comprobar las carencias de talla y peso de los pivots de ambas escuadras (Yasser Ramos y Gregorio Hernández, con 2.06 metros y menos de 100 kilos son los techos de la competición); el inusitado respeto general al trío arbitral, con un atuendo modelo NCAA; el escaso interés de la gente (las menos de mil personas que allí se congregaron corroboran la supremacía, por ejemplo, del béisbol en relación al baloncesto); la desproporción racial (los veinticuatro jugadores eran negros, cuando en el país ni siquiera llegan a la mitad: 46%); la dificultades para desempeñar su trabajo que han de sortear algunos compañeros cubanos (las radios trasmitían desde teléfonos públicos situados en la pared de las diferentes gradas), altamente interesados en la Liga ACB: ¿Antes les veíamos continuamente, pero ahora lo único que ofrece Televisión Española Internacional es un partido de pelota vasca todos los domingos por la mañana' , nos comenta Renier González, de Radio Rebelde. 'Pelota vasca? 'Sí' . 'Y todos los domingos? 'En efecto' .

Madre mía, qué pena que nos tengamos que volver. Aunque antes apuntamos en la libreta lo que dice el impresionante cartel de uno de los fondos: 'Hacemos deporte por el bienestar de la juventud y por el bienestar del pueblo' (Fidel).

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