Marcus Fizer: Mucho talento, mucho cuerpo, mucho corazón
La ACB tendrá en sus filas esta temporada a un verdadero crack: Marcus Fizer. El ala-pívot del Polaris World CB Murcia llega avalado por su elección como número 4 del Draft, sus infinitos recursos ofensivos y sus seis años de carrera NBA. De aspecto feroz, cuerpo inmenso y tatuado y semblante intimidante, Fizer se transforma cuando sale de la pista. Cuando no juega invierte su tiempo en su familia y en participar en iniciativas sociales y solidarias. Son las dos caras de un jugador que desde su infancia ha tenido que salir adelante y superar obstáculo tras obstáculo. Lucha cada balón y no se amedrenta frente a nadie, pero luego se derrite con la sonrisa de un niño
Redacción, 27 sep. 2006.- Tener enfrente a Marcus Fizer en el poste bajo debe ser una experiencia impactante. Sus 2,03 metros de altura unidos a un cuerpo corpulento y repleto de tatuajes (22 en total) y una expresión desafiante en cada acción, puede amedrentar al más bragado. A simple vista, este número 4 del Draft de la NBA en el año 2000, parece el más despiadado y conflictivo jugador interior que militará en la ACB esta temporada. Pero las apariencias engañan y el nuevo fichaje del Polaris World CB Murcia es, además de un increíblemente talentoso ala-pívot, un ciudadano ejemplar con un enorme corazón
Y es que uno no se puede fiar de las apariencias. Su ex compañero en Chicago, Dalibor Bagaric, que milita esta temporada en el Akasvayu Girona, decía en Illinois que "cuando lo ves en la pista parece una mala persona, de verdad. Pero luego es un gran tipo, una excelente persona". Fizer se ríe al recordar esas palabras y añade que "Dalibor es un buen amigo y me conoce bien. La gente que no me conoce suele pensar eso por mi estilo de juego, pero no soy así para nada fuera de la pista. Si me conoces bien como él o como Alex Scales, otro gran amigo, sabes cómo soy de verdad".
Fizer nació en un suburbio de Detroit hace 28 años y aprendió dos premisas básicas desde muy pequeño: el trabajo duro y la solidaridad. No en vano destaca desde su primera época en la NBA por sus contribuciones solidarias. La lista de sus acciones es larguísima centrándose especialmente en el apoyo a los niños con menos oportunidades, a los programas de escolarización o a campus de basket para desfavorecidos. Su convicción al respecto es fuerte y no se detendrá a pesar de haber cruzado el Atlántico: "En Murcia voy a seguir ayudando a los necesitados, seguro. No domino la lengua ni conozco aún muy bien la ciudad, así que me llevará un tiempo, pero seguiré haciéndolo". Para Fizer "es duro ver a alguien necesitado porque me hace comprender lo afortunado que soy" y añade que "me divierto mucho ayudando y me encanta ver la sonrisa de un niño" y por eso en los Bulls, equipo en el que militó durante cuatro temporadas, sabían que "nunca tiene un no por respuesta. Sabes que no sólo está dispuesto a ayudar, sino que lo hará con una sonrisa genuina, que le sale del corazón", afirmaba el Director de Relaciones con la Comunidad, Dave Kurlan.
Fizer busca ser un modelo fuera de la pista debido a sus firme escala de valores: "Mis hijos (cuatro en total, de dos a ocho años) no tienen un modelo mayor a seguir que yo, por eso es muy importante que siempre puedan sentirse orgullosos de lo que yo hago". Religioso militante, entre sus acciones más recordadas está aquella en la que invitó a doscientas personas a comer, sólo por el gusto de poder ayudar, a pesar de que los Bulls sólo le habían pedido que acudiera. Su cara, su cabeza rapada y su mirada feroz distan mucho de corresponderse con lo que hay dentro: "Los aficionados te tratan del mismo modo que tú los tratas a ellos. Cuanto más respecto y cariño muestres, más recibirás".
Con estas credenciales y su gran capacidad anotadora en el poste, cabría esperar una carrera exitosa y tranquila para Fizer en la NBA. Nada más lejos de la realidad. Llegó a la liga de la mano de los Bulls, generando grandes expectativas con un estilo de juego que recuerda por momentos al de Charles Barkley: luchador, potente, rápido, con una mano excelente y con innumerables recursos ofensivos. "Es un honor que te comparen con alguien tan grande, pero la verdad es que cada jugador busca su propio estilo. Me fijo en muchos jugadores y trato de jugar acorde con mis posibilidades", explica. Sin embargo, su posición indefinida en la pista y la competencia dentro del propio equipo lo relegaron a la suplencia. Su aportación fue reduciéndose (anotó 12 puntos y 5,6 rebotes en su mejor temporada, la 01-02) hasta la temporada 2002-03, cuando se lesionó en la rodilla y se perdió media temporada.
Además, como las tragedias nunca vienen solas, ese mismo verano murió uno de sus mejores amigos de la infancia, Danielle Robinson, y al parecer perdió motivación y ganó peso. Todo ello disparó las dudas acerca de su futuro y de si realmente podría cumplir con lo que se esperaba de un número 4 del draft. "Trabajé duro para volver, pero se habló mucho sobre mi lesión y se generaron muchas dudas. Soy una persona que nunca se detiene y siempre sale adelante. La muerte de uno de mis mejores amigos fue algo estrictamente personal y creo que sólo me afectó en el plano personal. Pero ya digo que superar obstáculos es algo que debemos hacer todos en la vida. No creo que ninguna de estas dos circunstancias cambiara en nada mi juego ni mi carácter", apunta.
Su compañero en los Bulls, Jalen Rose, dijo de él tras la lesión que "los jugadores jóvenes encuentran siempre excusas cuando las cosas no salen como ellos querían. Marcus hizo lo contrario: siguió con la cabeza alta y encontró la forma de trabajar aún más duro porque sabe que eso siempre tiene su recompensa". Eso fue hace tres años, pero Fizer ha cambiado poco: "No renuncio nunca a nada. Mi carrera NBA no se ha acabado y quiero volver allí para demostrar que valgo. Quiero ganar en Murcia tantos partidos como sea posible y crecer como jugador". El talentoso pívot resalta que "la pretemporada está siendo dura, porque hemos ganado pocos partidos (dos de siete) pero sé que la vuelta del club a la ACB es algo realmente importante y pondré todo mi corazón para que todo salga bien. Este fin de semana tenemos la primera prueba de verdad y espero que empecemos bien".
Tra los Bulls, fue traspasado a los Milwaukee Bucks y la temporada pasada sólo pudo conseguir un contrato de 10 días con los New Orleans Hornets, habiendo jugado la mayor parte de la temporada en la NBDL, una de las ligas de desarollo americanas. Este verano apareció la posibilidad de recalar en Europa para conseguir más minutos y confianza y, aunque su nombre se colocó anticipadamente en la plantilla de algunos grandes, al final fue el Polaris World CB Murcia quien se llevó a Fizer.
Coches y serpientes: rarezas de un tipo muy normal
Ya desde el momento en que su nombre sonó para el Real Madrid durante el verano, empezaron a circular numerosas historias que insinuaban que Marcus Fizer es un tipo excéntrico. La más significativa es la que contaba que un día llevó una serpiente a un entrenamiento. Él mismo aclara la verdad: "Me gustan las serpientes y me regalaron una en mi año de rookie en la NBA. Pero cuando mi novia se vino a vivir conmigo me obligó a deshacerme de ella el primer día. Tuve que ir a la tienda de mascotas y devolverlas. Así que ni tengo una serpiente en casa ni la llevo a los entrenos; son todo historias inventadas", concluye entre risas.
También llegaban de la NBA algunos comentarios sobre sus preferencias a la hora de gastar el dinero. Fizer comenta que "no soy el típico amante de las joyas y los diamantes, lo mío son los coches. Me encanta gastar el dinero en coger un coche antiguo y arreglarlo, más que en cualquier otra cosa". Es una afición que tiene desde niño y que encaja con su carácter tranquilo y hogareño. Justamente el hogar es lo que más echará de menos en Murcia: "Es la primera vez que juego en Europa y ha sido una decisión muy difícil. Será duro porque mis hijos aún son muy pequeños, pero tengo claro que esto es lo mejor para mi carrera y para su futuro, así que tenemos que salir adelante a pesar de la distancia".
Éstas son las dos caras de Marcus Fizer. La próxima vez que le vean por la televisión o en una cancha de la ACB peleándose a brazo partido por un balón, capturando un rebote con rabia o anotando un tiro limpio desde la bombilla, hay que tener en cuenta que, aparte de jugar y ganar, su mayor anhelo es volver a Arcadia, Luisiana y "sencillamente sentarme y hacer cualquier cosa. Es una vida tranquila, porque para mí la idea de vivir la vida es simplemente ser feliz".
www.acb.com
Redacción, 27 sep. 2006.- Tener enfrente a Marcus Fizer en el poste bajo debe ser una experiencia impactante. Sus 2,03 metros de altura unidos a un cuerpo corpulento y repleto de tatuajes (22 en total) y una expresión desafiante en cada acción, puede amedrentar al más bragado. A simple vista, este número 4 del Draft de la NBA en el año 2000, parece el más despiadado y conflictivo jugador interior que militará en la ACB esta temporada. Pero las apariencias engañan y el nuevo fichaje del Polaris World CB Murcia es, además de un increíblemente talentoso ala-pívot, un ciudadano ejemplar con un enorme corazón
Y es que uno no se puede fiar de las apariencias. Su ex compañero en Chicago, Dalibor Bagaric, que milita esta temporada en el Akasvayu Girona, decía en Illinois que "cuando lo ves en la pista parece una mala persona, de verdad. Pero luego es un gran tipo, una excelente persona". Fizer se ríe al recordar esas palabras y añade que "Dalibor es un buen amigo y me conoce bien. La gente que no me conoce suele pensar eso por mi estilo de juego, pero no soy así para nada fuera de la pista. Si me conoces bien como él o como Alex Scales, otro gran amigo, sabes cómo soy de verdad".
Fizer nació en un suburbio de Detroit hace 28 años y aprendió dos premisas básicas desde muy pequeño: el trabajo duro y la solidaridad. No en vano destaca desde su primera época en la NBA por sus contribuciones solidarias. La lista de sus acciones es larguísima centrándose especialmente en el apoyo a los niños con menos oportunidades, a los programas de escolarización o a campus de basket para desfavorecidos. Su convicción al respecto es fuerte y no se detendrá a pesar de haber cruzado el Atlántico: "En Murcia voy a seguir ayudando a los necesitados, seguro. No domino la lengua ni conozco aún muy bien la ciudad, así que me llevará un tiempo, pero seguiré haciéndolo". Para Fizer "es duro ver a alguien necesitado porque me hace comprender lo afortunado que soy" y añade que "me divierto mucho ayudando y me encanta ver la sonrisa de un niño" y por eso en los Bulls, equipo en el que militó durante cuatro temporadas, sabían que "nunca tiene un no por respuesta. Sabes que no sólo está dispuesto a ayudar, sino que lo hará con una sonrisa genuina, que le sale del corazón", afirmaba el Director de Relaciones con la Comunidad, Dave Kurlan.
Fizer busca ser un modelo fuera de la pista debido a sus firme escala de valores: "Mis hijos (cuatro en total, de dos a ocho años) no tienen un modelo mayor a seguir que yo, por eso es muy importante que siempre puedan sentirse orgullosos de lo que yo hago". Religioso militante, entre sus acciones más recordadas está aquella en la que invitó a doscientas personas a comer, sólo por el gusto de poder ayudar, a pesar de que los Bulls sólo le habían pedido que acudiera. Su cara, su cabeza rapada y su mirada feroz distan mucho de corresponderse con lo que hay dentro: "Los aficionados te tratan del mismo modo que tú los tratas a ellos. Cuanto más respecto y cariño muestres, más recibirás".
Con estas credenciales y su gran capacidad anotadora en el poste, cabría esperar una carrera exitosa y tranquila para Fizer en la NBA. Nada más lejos de la realidad. Llegó a la liga de la mano de los Bulls, generando grandes expectativas con un estilo de juego que recuerda por momentos al de Charles Barkley: luchador, potente, rápido, con una mano excelente y con innumerables recursos ofensivos. "Es un honor que te comparen con alguien tan grande, pero la verdad es que cada jugador busca su propio estilo. Me fijo en muchos jugadores y trato de jugar acorde con mis posibilidades", explica. Sin embargo, su posición indefinida en la pista y la competencia dentro del propio equipo lo relegaron a la suplencia. Su aportación fue reduciéndose (anotó 12 puntos y 5,6 rebotes en su mejor temporada, la 01-02) hasta la temporada 2002-03, cuando se lesionó en la rodilla y se perdió media temporada.
Además, como las tragedias nunca vienen solas, ese mismo verano murió uno de sus mejores amigos de la infancia, Danielle Robinson, y al parecer perdió motivación y ganó peso. Todo ello disparó las dudas acerca de su futuro y de si realmente podría cumplir con lo que se esperaba de un número 4 del draft. "Trabajé duro para volver, pero se habló mucho sobre mi lesión y se generaron muchas dudas. Soy una persona que nunca se detiene y siempre sale adelante. La muerte de uno de mis mejores amigos fue algo estrictamente personal y creo que sólo me afectó en el plano personal. Pero ya digo que superar obstáculos es algo que debemos hacer todos en la vida. No creo que ninguna de estas dos circunstancias cambiara en nada mi juego ni mi carácter", apunta.
Su compañero en los Bulls, Jalen Rose, dijo de él tras la lesión que "los jugadores jóvenes encuentran siempre excusas cuando las cosas no salen como ellos querían. Marcus hizo lo contrario: siguió con la cabeza alta y encontró la forma de trabajar aún más duro porque sabe que eso siempre tiene su recompensa". Eso fue hace tres años, pero Fizer ha cambiado poco: "No renuncio nunca a nada. Mi carrera NBA no se ha acabado y quiero volver allí para demostrar que valgo. Quiero ganar en Murcia tantos partidos como sea posible y crecer como jugador". El talentoso pívot resalta que "la pretemporada está siendo dura, porque hemos ganado pocos partidos (dos de siete) pero sé que la vuelta del club a la ACB es algo realmente importante y pondré todo mi corazón para que todo salga bien. Este fin de semana tenemos la primera prueba de verdad y espero que empecemos bien".
Tra los Bulls, fue traspasado a los Milwaukee Bucks y la temporada pasada sólo pudo conseguir un contrato de 10 días con los New Orleans Hornets, habiendo jugado la mayor parte de la temporada en la NBDL, una de las ligas de desarollo americanas. Este verano apareció la posibilidad de recalar en Europa para conseguir más minutos y confianza y, aunque su nombre se colocó anticipadamente en la plantilla de algunos grandes, al final fue el Polaris World CB Murcia quien se llevó a Fizer.
Coches y serpientes: rarezas de un tipo muy normal
Ya desde el momento en que su nombre sonó para el Real Madrid durante el verano, empezaron a circular numerosas historias que insinuaban que Marcus Fizer es un tipo excéntrico. La más significativa es la que contaba que un día llevó una serpiente a un entrenamiento. Él mismo aclara la verdad: "Me gustan las serpientes y me regalaron una en mi año de rookie en la NBA. Pero cuando mi novia se vino a vivir conmigo me obligó a deshacerme de ella el primer día. Tuve que ir a la tienda de mascotas y devolverlas. Así que ni tengo una serpiente en casa ni la llevo a los entrenos; son todo historias inventadas", concluye entre risas.
También llegaban de la NBA algunos comentarios sobre sus preferencias a la hora de gastar el dinero. Fizer comenta que "no soy el típico amante de las joyas y los diamantes, lo mío son los coches. Me encanta gastar el dinero en coger un coche antiguo y arreglarlo, más que en cualquier otra cosa". Es una afición que tiene desde niño y que encaja con su carácter tranquilo y hogareño. Justamente el hogar es lo que más echará de menos en Murcia: "Es la primera vez que juego en Europa y ha sido una decisión muy difícil. Será duro porque mis hijos aún son muy pequeños, pero tengo claro que esto es lo mejor para mi carrera y para su futuro, así que tenemos que salir adelante a pesar de la distancia".
Éstas son las dos caras de Marcus Fizer. La próxima vez que le vean por la televisión o en una cancha de la ACB peleándose a brazo partido por un balón, capturando un rebote con rabia o anotando un tiro limpio desde la bombilla, hay que tener en cuenta que, aparte de jugar y ganar, su mayor anhelo es volver a Arcadia, Luisiana y "sencillamente sentarme y hacer cualquier cosa. Es una vida tranquila, porque para mí la idea de vivir la vida es simplemente ser feliz".
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